domingo, 18 de noviembre de 2007

Contactos (3)

(continuación)
Podría contar la historia de S. En nuestra primera (y última) cita, su conversación se atascó en un único tema: que en España cada vez había más hombres homosexuales.


-No lo creo-rebatí- homosexuales siempre los hay y siempre los ha habido en todas partes, y siempre en la misma proporción:un diez por ciento de la población, aproximadamente. Como los zurdos.
Como zurdo, también me siento perteneciente a una minoría mirada con recelo. Y todo por tener una inclinación innata a hacer las cosas de otra forma que el noventa por ciento de la población. Quizá por eso me sentí solidario con el colectivo gay. O quizá fue la típica reacción machista ante lo que podía ser una puesta en duda de mi viril heterosexualidad. Quién sabe.

lunes, 17 de septiembre de 2007

Contactos (2)

(continuación)
Ana se saltó el análisis del zumbómetro porque no quiso intercambiar correspondencia, apenas un par de frases. En vez de eso optó por invitarme directamente a vernos y tomar algo juntos. En las fotos se la veía bastante mona, una treintañera rubia y menuda. Justo mi tipo… Así que piqué.

sábado, 28 de julio de 2007

Contactos (1)

Una vez me dio por apuntarme a una web de contactos. En teoría parecía una buena idea: una manera de conocer gente (bueno, vale: de conocer mujeres) mucho más allá de los restringidos límites del campo de relaciones sociales, sin necesidad de castigarse el hígado en los casi siempre patéticos bares de solteros, de forma cómoda y civilizada, desde el ordenador de casa.

viernes, 27 de julio de 2007

Carmen


Carmen había sido bailarina. En su casa guardaba, en una caja de zapatos, algunas fotos y programas de musicales en los que había trabajado. Colgadas en las paredes, había algunas fotos enmarcadas de ella ensayando con la barra, bastante más joven, aunque la verdad es que era difícil darse cuenta, apenas había cambiado. Carmen tenía casi cuarenta años, pero podía pasar por una chica de veintiocho sin levantar muchas suspicacias: una chica de veintiocho particularmente atractiva, con los pechos elevados y perfectos de una adolescente, un trasero con forma de melocotón y firmeza de manzana y una cintura que yo casi podía abarcar con las dos manos. Haberse pasado media vida en una compañía de danza y la otra media como profesora de aeróbic es lo que tiene. Eso sin contar unos bellísimos ojos azules, una nariz perfecta y una espectacular melena rubia ensortijada. Sí, Carmen era una mujer de una belleza excepcional. Su único defecto físico eran unos marcados juanetes en los pies, producto de demasiadas horas bailando sobre las puntas. Pues lo que son las cosas, siempre estaba hablando de lo feos que eran sus pies.